¿Amor o no es amor?

Te amo, pero te hago daño con palabras hirientes, pero solo a tu criterio, porque para mi es normal, estás exagerando.

Te quiero, pero te grito y no pasa nada, porque me hiciste hacerlo, tú me provocaste.

Te amo, pero veo otras chicas, porque no puedes quitarme mi libertad, no estoy ciego.

Te quiero, pero no puedes ir a este sitio porque no quiero que te involucres en todo, es mi vida, relájate.

Te amo, pero lloras por todo, que show tienes que hacer por lo más mínimo.

Te quiero, pero no puedes ni ver mi teléfono, porque estás siendo tóxica, compórtate.

Te amo, pero así soy yo, así me conociste y no voy a cambiar por ti, no estoy haciendo nada mal, todo está en tu imaginación, nadie piensa así, yo tengo la razón.

La maldita ansiedad

La sensación de dolor en el pecho y en todo el cuerpo no solo es mental, llega un punto en que el dolor se vuelve físico, quieres dormir demasiado para no despertar tan temprano a preocuparte, la falta de ganas de hacer lo que antes te gustaba y tanto te apasionaba reflejan que algo anda mal contigo, lo notas pero no sabes que hacer, piensas que es momentáneo, que pasará.

Varios meses después te das cuenta que has caído que un círculo vicioso, donde te repites una y mil veces que todo está bien, que es normal, que no pasa nada, mientras noche tras noche tus ojos no dicen lo mismo y tu almohada termina empapada de tantas lagrimas que derramas sin parar.

El miedo, al abandono, a estar solo, a sentirte poco querido, poco deseado, el miedo te da golpes en el cráneo hasta que la migraña quiere explotar tu cabeza y te acabas la caja de aspirina y ya no te hace nada

No quieres hablarlo con nadie, lo intentas pero sabes que no te van a entender, o que probablemente no les importará, todo el mundo tiene sus propios problemas como para echarles otra carga más, tú estás bien, te repites otra vez.

El vacío que sientes en el pecho se torna imparable, tan desgarrador que te acelera la respiración, sientes que te tiemblan las manos, el cerebro se te va a estallar y ya no puedes más, pues así se siente la maldita ansiedad.

Pero oye, eso no es nada, que quien no lo siente dice que sólo es mental.

Abrazos que curan

Te veo y sonríes de forma coqueta, me das un beso de esos que te dejan atónito, mientras siento como si se me reiniciara el sistema, porque todo lo preocupante se olvida, me abrazas y no siento inseguridad, se me estabilizan los miedos, la euforia me sube y me baja de un solo tirón con tremenda adrenalina, pero cuando me hace frío en la piel, tus brazos me abrigan como una chamarra en pleno invierno. Cuando me entran ganas de un café para darle calorcito al corazón y se me ponen chinitos los poros, me das un abrazo de esos que curan el alma, de esos que curan la existencia.

-Laura Mesias

Por tanto tiempo

Por tanto tiempo intenté entregar todo, pero no me di cuenta que estaba dando lo que se esperaba que diera

Por tanto tiempo pensé que ser quien era, era demasiado, apagué mi potencia

Erróneamente creí que ser quien querías, era lo que yo también quería, lo que me llenaba, contaminé mi esencia

Entre besos y caricias superficiales sentí que eso era lo real, como si nada más existiera

Con una venda en los ojos, en el alma, juré disfrutar y sentir plenitud, engañando mi conciencia.

-Laura Mesias

Heridas

Todos tenemos heridas, que a lo largo de la vida van cicatrizando, algunas tardan más tiempo en sanar qué otras, pero eventualmente terminan cerrando… algunas son más dolorosas, generan la sensación de que nunca van a desaparecer, sientes que te queman desde adentro, desde lo profundo, no solo en la superficie.

Esas heridas nos hacen sentir dañados, expuestos, nos hacen pensar que con cualquier contacto van empeorar, por eso creamos barreras, las vendamos para que no sigan doliendo, para que nadie las termine abriendo más, pero no nos damos cuenta de que en eso consiste el proceso, porque el dolor es necesario, nos hace ver que tanto podemos resistir y que tan rápido podemos reaccionar, es necesario sentir dolor, es necesario el miedo, es necesario correr el riesgo, de lo contrario nos quedamos estancados en lo que pudo haber sido, pero que no nos atrevimos.

Tener heridas no nos hace débiles, cada curita y sutura nos hace más fuertes, porque sufrimos y somos capaces de enfrentar ese dolor, por eso si les duele la piel, si les duele el corazón recuerden que el dolor es necesario para sanar, luego de este viene la cicatriz que nos dice ¡joder mira que valiente has sido!✨

-Laura Mesias

Vicio

Entre poco y tanto, he creado una adicción; a los placeres de la vida, buenos y malos hábitos, yo que siempre había dicho que era negro o era blanco, estoy en el gris sin saber cómo ni cuándo.

Tanta resistencia ha sido en vano, negarnos al placer es negarnos a vivir, y es que hablar de vicio no es solo hablar de droga, está el café, la poesía, el amor, el alcohol, el sexo, una caricia, un beso, el aire fresco, cada quien se hace adicto a su preferencia, están las costumbres que eventualmente se convierten en vicios, cada quien se destruye a su conveniencia, pues la soledad, los sentimientos, un amor no correspondido, hacen más daño que «perjudiciales drogas»… cuando un poeta tiene el corazón roto crea sus mejores obras.

Por eso aquí estoy yo, sin negarme a los placeres, disfrutando sus quereres, sin resistirme a su trayecto, divagando con palabras confusas en una hoja en blanco, con un café en la mano, hablando de placer, mientras el vicio; el vicio de la vida, me acompaña en cada paso.

-Laura Mesias.

Fuego eres!

Tus cicatrices no definen tu pureza

Tus prendas no definen tus creencias

Tu sensibilidad no define tu carácter

Tu cuerpo es tu templo y tu mente su fortaleza.

El rumbo que has recorrido está manchado de la sangre que se derramó en su sacrificio

Tus manos que trabajan, tus piernas que sostienen, tus palabras que deciden, tu mente que piensa,

Tienen deuda con aquellas que aún con temor opusieron resistencia, al arbitrio, al dolor, al exceso y al abuso

Porque has ardido, te has vuelto cenizas y has resurgido

Porque vas revolucionando a mil por cada segundo transcurrido

Tu energía, tu vibra y tu esencia, resaltan tus virtudes y alimentan tu existencia

Que vida eres y representación del poder!

No te apagues nunca fuego!

Que aún te falta mucho por encender!

La piel del alma

Para llegar al alma debemos atravesar la piel… pero el deseo es peligroso, anhela tanto el placer que desvía su rumbo y se hunde en la desesperación, se enceguece en el momento de tacto, donde poro con poro se están enlazando y olvida completamente que su propósito era llegar más allá de la carne.

Hay dos tipos de pieles, a la que tienes acceso fácilmente si te lo permiten, no es la menos importante pero es la visible, la que puedes palpar y si te dejas llevar te arrastra a un éxtasis magistral, valga aclarar que si logras que esa piel disfrute la tuya, va a querer regresar. La otra considero con certeza que está adentro, en las entrañas, más allá de todo lo accesible, más allá de lo deseable, porque para atravesar esa piel el deseo sí que no alcanza… lo físico no es suficiente, se necesita una conexión, que sea bien fuerte, una en que las palabras se queden cortas para explicar y requiere un esfuerzo para tener acceso, encontrar la forma… por eso paso a paso nos reinventamos hasta poder tocar fibra por fibra esa; que es la piel del alma.

-L. Mesias

Volver, volver

"Vuelve no quien jamás ha sufrido sino aquel que ha vivido"
Heridas, suturas,
amores y amarguras,
vivir va mucho más allá de ser feliz,
vivir es más complejo de lo que reflejan cinco letras
la vida bien vivida es una barbaridad
pues ¿a criterio de quién se puede clasificar?
considero llanamente que no todo es alegría, la vida lleva en todo su cuerpo banditas de tristezas;
lleva en su esencia gotitas de dolor, desespero y también de pasión;
en su alma fragmentos de batallas,
unos de victoria y otros de derrota,
y en su corazón guarda las cartas de aquellos amantes que dejaron huellas.

Por ello vuelve la vida no a los lugares de felicidad sino a aquellos que la hicieron vibrar,
sea cual sea el sentimiento; todos han tenido boleto de primera fila en la presentación de su acto,
vuelve, vuelve, no quien ha sido feliz sino quien ha sufrido, quien ha amado,
cuando el sufrimiento colapsa la felicidad descubre el sentir,
vuelve, vuelve, quien ha sentido, quien ha deseado
¡he allí la cúspide del vivir!
-L.








Del otro lado de la ventana

El reflejo de un destello de luz golpea fuertemente sobre una ventana que alcanzo a percibir desde mi terraza, y  me pregunto —¿Por qué todos los días será así?—. Veo a través de ella una silueta que no deja de moverse, en perfecta sincronía, mientras su rostro permanece incógnito debido al potente resplandor, aquel destello de luz que me enceguece y nubla mi visión, así que mi vista sigue enfocada en su movimiento y mis pensamientos se estrellan contra esa ventana de cristal, desesperados por romper la barrera que impide mi completa apreciación, me pregunto —¿Quién será?— siento una nostalgia muy particular.

No tengo noción de las horas, hasta que el destello de luz se desvanece junto al aire cristalino que golpea mi rostro y ya pierdo visibilidad, de aquella silueta que mi atención se ha robado y me ha dejado fuera de lugar, sin embargo continuo plasmando pinceladas sobre el lienzo, en que intento representar lo que he sido capaz de observar.

Al día siguiente el destello aumenta y tengo mayor claridad, sigo vislumbrando aquellos movimientos con indescriptible armonía y compás, me pierdo y siento el ritmo de la melodía que aquella silueta sigue interpretando,— ¡Vaya completa obra de teatro!—.  Percibo un increíble aroma de rosas, y siento que mis sentidos se van agudizando, mientras no dejo de observar aquella ventana que me tiene divagando, pero nuevamente el destello de luz me abandona y se roba mi espectáculo.

No llevo cuenta de los días en que he sido victima de aquella droga que mi adicción ha ido incrementando, cada vez siento aquellos movimientos más cerca, cada vez la melodía incrementa su fuerza, cada vez la luz me proporciona mayor percepción, cada vez los detalles van aumentando su precisión, hasta que…

He visto la ventana abierta, mi corazón se ha acelerado y he sentido mil revoluciones por segundo, la piel se me ha puesto de punta y se me ha cortado la respiración, —¿he visto tu rostro?— me repito que no puede ser posible—, ¿acaso puede serlo?— tiene que serlo— ¿quién más que tu podría interpretar esas piezas con tan semejante perfección?,  cincuenta mil recuerdos han arremetido mi cabeza en ráfaga, —¡he pensado en ti!— no podrías dimensionar cuánto, he pensado en la forma en que una vez nos amamos, y juro solemnemente que he intentado encontrar lo que sentí por ti en otro lugar,  pero me ha sido imposible, —¡he pensado en ti!— en como caminabas por la playa junto al sonido estremecedor de las olas, mientras juntos veíamos el atardecer caer, —¡he pensado en ti!— en que no he podido encontrar musa semejante, en que he sentido un vacío por tanto tiempo y que sólo ha desaparecido mientras te tuve en mi vida.

He pensado en tu pureza y tu bondad, he pensado en tus gestos y tu formas de belleza, he pensado en nuestras travesías y torpezas, he pensado en lo simple y lo maravilloso de nuestra compañía y—¡he tratado de convencerme!— que dejarnos marchar fue la mejor decisión, pero he recordado cada momento, he visitado cada rincón del mundo esperando olvidarte, hasta que me he resignado y por un momento llegué a dejar de pensarte, había bloqueado esa parte parte de mi vida contigo, y de repente… —¡te he tenido en frente, quién sabe por cuanto tiempo!— ya me había hecho la idea de que nos encontraríamos —!Amor de mi vida!— quizá después de la muerte, pero y —¿ahora qué se supone debo hacer? ¿Puede ser esto coincidencia?— será que estamos destinados a estar juntos o así es como debe terminar.

 

—L.